La madre de mis hijos

Nos conocimos una nublada mañana de Septiembre. No era una mañana cualquiera, era el primer día de los exámenes de selectividad. Yo acababa de salir del de Filosofía y tenía el de Gallego en unas horas. Había quedado con Iago para comer en la cafetería de Minas y allí estabas tú.En cuanto nuestras miradas se cruzaron supe que serías la madre de mis hijos.Tu estabas con unas amigas,también compañeras de Iago,creo que ya habías aprobado en Junio pero fuiste para proporcionar apoyo moral a tus compañeras.
Me desaconsejaste la ensaladilla rusa,que tenía una pinta horrible.Yo aún no había salido de mi asombro al enterarme de que vendían las cervezas a 90 pesetas y ya había decidido que la Universidad sería mi perdición.
Conectamos desde el primer momento,los dos diciendo tonterías y absurdeces divertidísimas,riéndonos sin parar.Después de comer nos pusimos a jugar a las cartas,creo que fue la primera vez que jugué al gilipoyas.Tu me descubriste y me iniciaste en ese complejo juego, una metáfora de la vida.Dónde un día estás en lo más alto y al siguiente te revuelves en el fango. Me enamoró tu forma de llamarme gilipoyas,tu manera de reírte de mi y sacarme la lengua cuando te pintaban bien las cosas.Me cautivaste cuando giraron las tornas y llorabas desconsoladamente por cuán miserable te sentías por ser siempre la que tenía que barajar y entregarme sus mejores armas.
Aunque ya había oído hablar de ti porque eras la chica medio-loca que se sentaba detrás de Iago,ni en mis mejores sueños me hubiera imaginado que iba a conocer una persona como tú.
Aquel día nublado en el que había amenazado con llover a primeras horas,se convirtió de pronto en el más soleado de los días de un verano que llegaba a su fin.
Pasó tiempo hasta que nos volvimos a encontrar, en el barral.
Los dos habíamos ido solos, buscando conversación con alguno de los variopintos personajes que frecuentaban aquel lugar.Pero prácticamente sólo estábamos tu y yo.
Llevabas puesta aquella arroba tan mona que me excitaba tanto.Nuestra conversación fue degenerando progresivamente,la tensión sexual entre nosotros era más que palpable y no tardamos mucho en fundirnos en largos y húmedos besos, en acariciarnos con frenesí.
Nos vimos arrastrados por nuestra desenfrenada pasión y terminamos agotados,sudorosos,el uno abrazado a el otro sobre la destartalada cama de un sucio motel de carretera.Jurándonos amor eterno, haciendo planes de futuro.
Un futuro que ya empezaba a gestarse en tu vientre.
Luego desapareciste durante una larga temporada, te borraste del mapa sin más.
Creí volverme loco, no paré de buscarte durante semanas. No comía no dormía, me pasaba las horas pensando donde podías estar e iba hacía allí.
Pero nada, no di contigo.
Hasta que una noche de tormenta rabiosa, llamaron a mi puerta bien entrada la madrugada.
Eras tú empapada,tiritando,el pelo te caía sobre la cara y se te pegaba a tus pálidas mejillas.Yo estupefacto no sabía si abrazarte o llamar a la policía.
Hasta que lo dijiste:
-Estoy esperando un hijo tuyo.
Y mi mundo cambió por completo.

CONTINUARÁ...