Dentro de mi hay un niño,
un niño que una noche te soñó
y cogiéndole la mano
le dijiste que no temiese el pasar del tiempo
pues un día volverías para convertir
todos sus sueños en realidad.
Aquel niño era amigo de un árbol
que un día olvidó,
pero cuyo recuerdo se clavó
en tus propios sueños,
para que un día volvieses
y le recordases
queue tanto el niño como el árbol
nunca se habían ido de allí.
Cuando el niño,despierto pero enterrado
en lo más profundo de mi
por fín te encontró, me dijo :
“Mira, es a ella a quien siempre has buscado,
ella es de quién te hablé y por el miedo
a no encontrarla tu me has tenido encerrado”
Mientras, nuestros ojos se miraban
como si siempre se hubieran estado
buscando a través del tiempo,
alentados por los niños que
una noche se soñaron.
Perdidos como náufragos
nos agarrábamos a aquellos sueños,
cuando hartos de nadar sin rumbo
necesitábamos de esos recuerdos
para poder respirar
y continuar nadando, sin saberlo,
el uno hacia el otro.
Cuando por fín el tiempo,
riéndose en nuestras caras,
nos regaló tan esperado momento
te invadió aquel temblor,
aquella sensación
por no poder vivir siempre
dentro de ese preciso instante.
2.De Sueños
Desorientada en un bosque
de árboles y matojos
quue fueron creciendo
sin tú poder evitarlo,
angustiada porque
aquellos árboles
que un día tanto amaste
no te dejaban ahora
ver el camino a seguir.
Extraviada dentro de tus propios sueños
y perdida entre tus propios recuerdos,
como Watts en aquella película de Lynch
solo sabías contar las horas
esperando despertar para por fin morir
y disfrutar por fin de la fantasía
del sueño eterno.
Mientras tu dormías, yo y el niño
al que aquella noche devolviste a la vida,
te esperábamos pacientes y tranquilos
al borde de la desesperanza y la cordura,
hasta que un día el niño se marchó
decidiendo abandonarme para reunirse
con la niña que se acurrucaba contigo
De modo que me levanté y me fui
porque en cierta manera
no te dejaba sola
sino que el niño quedaría por siempre
allí contigo.
Decidí seguir viviendo
nuestros propios sueños
sin preocuparme jamás porque llegase
un mañana,ni por el hecho
de despertarme algún día de aquel sueño
ya que de hacerlo, tu recuerdo
sería tan mío como
tuyo el niño que siempre llevé dentro.
Y fue así como comencé a escribirle cartas al viento
con la esperanza de que un día golpeara tu ventana
sacándote del propio letargo
de tu sueño eterno, y así empezaría
a susurrarte uno a uno todos mis anhelos;
mientras tú, despierta y feliz, vivías tus sueños
y no dudabas en abrazarte a mi recuerdo.
Un día, más bien ya la última noche,
cuando el niño regreso para despedirse
porque ahora era yo el que abandonaba,
acarició mi cabello y volvió a traerme tu olor,
-un olor jamás olvidado- y cerrando mis ojos
repletos de lágrimas
me dijo con voz tibia:
-Vete tranquilo Diego, al final no son más que
Y es que, de más nada estamos hechos…
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